Mi mejor accesorio siempre será mi sonrisa.

Hay días en los que el alma pesa y el corazón se siente cansado, pero aun así elijo sonreír. No porque todo esté bien, sino porque sé que cada sonrisa es un acto de valentía, un recordatorio de que incluso en medio de las batallas, puedo encontrar luz. Sonreír no borra los momentos difíciles, pero sí me recuerda que soy más fuerte que ellos.